10 abril 2006

Texto de Carlos Herrera.

El fajín de la Macarena

Los habitualmente combativos compañeros de Izquierda Unida de Sevilla vienen dedicando parte de su preciado y fructífero tiempo a la observación insobornable del entorno, con el fin de detectar los símbolos ‘franquistas’ que aún permanecen camuflados en el paisaje.
Ellos llaman a esa campaña: «caza al monumento fascista» y sus objetivos son la denuncia sistemática de estos signos que aún irritan sobremanera a los españoles medios y la exigencia contundente de su retirada inmediata antes de que haya que lamentar algún ataque de histeria colectiva al toparse la ciudadanía con una calle dedicada, por ejemplo, a un general que no fuese claramente combativo en el frente republicano.
Bien, si eso les divierte, no veo que cause más problemas que los que meramente se derivan de la administración infructuosa del tiempo personal, lo cual es problema suyo, y la asunción de una imagen de combatiente estéril muy en boga en estos tiempos en los que la confusión de objetivos, intercambiables en lo absurdo, es pan nuestro de cada día.
Sin embargo, los bravos comisarios del paisaje deben comprender que el entusiasmo que algunos mostramos por las anacronías intelectuales se desborde ante la primera de las exigencias que el ‘comando de búsqueda’ ha blandido severamente ante la perpleja sociedad sevillana: la Virgen Macarena luce un fajín de general que, en su día, perteneció a Queipo de Llano, y eso resulta una afrenta intolerable a la memoria histórica de la ciudad y a la de sus habitantes, incluidos los devotos de la Macarena, que son muchos más de los que quisieran los bravos compañeros del comité.
Parece, no obstante, que los sagaces investigadores no se han percatado de que el general Queipo de Llano está precisamente enterrado en la basílica de la Macarena con todos los honores, con lo que, una vez descubierto aquí, nos preguntamos:
¿qué debemos hacer las personas de buen corazón internacionalista al saberlo?
¿debemos exigir que la basílica sea declarada Monumento a la Memoria Histórica?
¿debemos presionar a las autoridades eclesiásticas para que su cuerpo sea exhumado y trasladado a una fosa común? –por cierto: deberíamos darle un repasito al cementerio de la ciudad y tomar buena nota de algunos epitafios infamantes para la memoria políticamente correcta; que no caiga eso en saco roto–,
¿debemos reclamar la colocación, en lugar fácilmente visible, de una lápida en la que la hermandad pida públicamente perdón a los visitantes por servir de tálamo final a un militar del bando de los vencedores?
Por ahora lo que han exigido es que se retire ese fajín del boato cofradiero y que sea desechado de inmediato por las autoridades correspondientes, que, por si no lo saben los exploradores de lo intolerable, son unos ciudadanos llamados ‘priostes’, encargados de que a la imagen no le falte ni un detalle. Ni un fajín.
En un prodigio de sintonía social con la agenda de los ciudadanos, de la que demuestran ser unos agudos y perspicaces conocedores, han prometido seguir con su vigilia impenitente y han apuntado sus objetivos a alguna calle agazapada en el nomenclátor municipal o a algún signo sospechoso en cualquiera de las viviendas sindicales que en su día se construyeron en determinados barrios de la ciudad.
En cuanto den con ello, nos lo comunicarán a todos para que podamos experimentar el alivio de saber que, gracias a estos ‘livingstones’ de lo histórico, algún día viviremos en un paraíso sin restos del pasado.
Es, por fin, el comunismo que esperábamos, el imaginativo, el audaz, el moderno, el que lleva de la mano a los ciudadanos hasta las arcadias de una nueva era, el que entierra revoluciones fracasadas, el que supera negros episodios de proletarias dictaduras inconfesables, el internacionalista, el superador de conflictos… El comunismo del siglo XXI.
Vela por ellos, Virgencita Macarena, y que no se enteren de que alguna que otra Dolorosa exhibe fajines de otro general, que, si llegan a saber quién es, deja lo de Queipo en un chiste. Aún más chiste, quiero decir.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

hay que ver como te gusta este hombre, tu eres fosfora seguro no???

Anónimo dijo...

¿que si me gusta?
¿has visto que forma de redondear las frases? ¿que forma de utilizar las palabras? ¿que sonoridad de parrafos?
Blas de Otero, me gusta solo por como suenan sus versos. Carlos Herrera que gusta por como hace que la prosa suene a verso.

Anónimo dijo...

Su prosa suena a verso, pero su contenido huele a mierda.

Anónimo dijo...

Querido anonimo, prefiero las formas a los contenidos, y tanto tu forma como tu contenido es deleznable!!!! Tal vez deberias meditar sobre las preferencia de las palabras que agradan a las que agreden ....

Landahlauts dijo...

EStimada Anna: Soy el "anónimo" del 16 de abril. En verdad que después de mandar el comentario no me pareció una expresión muy afortunada. Tengo que manifestarle que el Sr. Herrera, si bien reconozco que escribe muy bien, no es persona de mi agrado. Considero que tiene la escuela del "prejubilado" Luis del Olmo y que siempre que pueden manifiestan un desprecio enorme por los oyentes o las personas que piensan de modo distinto a ellos. Los oyentes o el resto de las personas que viven en su país merecen más respeto. Respecto al contenido del artículo que usted subió, no estoy en absoluto de acuerdo con el Sr. Herrera, me parece un agravio a tantos sevillanos muertos por aquel Sr. el que una Virgen tan representativa de Andalucía lleve algo donado por él.
Esta es mi reflexión de hoy, meditada, con respeto y sin faltar. Disculpeme la del día 16.
Saludos.

Anónimo dijo...

Si bien es cierto que los hermanos de la Macarena son muy dueños de realizar su estación de penitencia con los símbolos que deseen, también es cierto que al exponer públicamente esa simbología cualquier ciudadano está perfectamente legitimado a cuestionarla, criticarla e, incluso, a manifestar su malestar por tal exposición. La pregunta es ¿por qué la hermandad de la Macarena quiere que la Madre de Dios procesione con una prenda del general Queipo de Llano?

Todos saben la fabulosa historia de cómo Gonzalo Queipo de Llano tomó Sevilla con unos pocos moros y una camioneta. Pocos conocen, porque la historia la cuentan los vencedores, que el general aplicó el terror en los barrios de Sevilla para mantenerlos bajo control mediante detenciones masivas y fusilamientos de sevillanos presuntamente afines a sectores de izquierdas. ¿Habría algún macareno entre ellos? Probablemente sí. Desde Unión Radio Sevilla se dedicó a arengar a los militares del frente, suyas son las frases: "Con la llegada de los regulares van a saber las mujeres "rojas" como son los hombres de verdad" o "Mañana vamos a tomar Peñaflor. Vayan las mujeres de los "rojos" preparando sus mantones de luto".

De este hombre es el fajín con el que procesiona la Esperanza Macarena. Así que la pregunta es ¿por qué la hermandad de la Macarena quiere que la Madre de Dios procesione con una prenda del general Queipo de Llano?
Es más, me gustaría que igualmente desaparecieran del programa de Lunes Santo los nombres de San Gonzalo y Santa Genoveva (Genoveva era la mujer de Gonzalo Queipo de Llano).

Los nombres, no las bellas cofradías del Tardón y el Tiro de Línea.

Anónimo dijo...

Carta a Carlos Herrera
Foro por la Memoria de Andalucía - 06/05/2006

Estimado Sr. Herrera:

Antes de empezar, permítame comunicarle todo mi respeto y admiración, y sepa que le considero uno de los mejores periodistas de España, tanto en su faceta radiofónica como en la prensa escrita. Le recuerdo de su etapa en Canal Sur Radio. Mi madre era una oyente asidua de su programa, y colaboró muchas veces en él. Recuerdo sobre todo su gran humanidad, y que siempre estaba del lado de los más desfavorecidos. Después creo que se fue a otra emisora y le perdí la pista. Lamenté mucho cuando fue usted víctima de un intento de atentado terrorista y, como tantos españoles, me movilicé como protesta. Considero que fui solidario con usted. Ahora espero que usted lo sea conmigo.

Sé que debe ser usted una persona ocupada y muy solicitada, pero le ruego que lea esta misiva. Nunca antes había escrito una carta a un periódico, pero hoy, por primera vez, me siento en la necesidad de hacerlo. Le escribo para puntualizar unas afirmaciones realizadas por usted en su artículo El fajín de la Macarena, publicado en El Semanal nº 963 (del 9 al 15 de abril de 2006). Me siento aludido, y creo que la réplica es un derecho democrático, tal como escribir artículos en la prensa.

Bien. Me considero una víctima del terrorismo, en el sentido de que tengo familiares asesinados por su admirado general Queipo de Llano. En la provincia de Huelva de donde procedo, es difícil encontrar a alguien que no tenga familiares directos o indirectos asesinados por las tropas de este buen general, cuyas víctimas se cuentan por miles (al menos tres mil (!), según las últimas estadísticas). Tengo grabadas en la memoria estas palabras que otro general, Emilio Mola, pronunció en julio de 1936: Hay que sembrar el terror. Hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensan como nosotros. Y vaya si lo hicieron.

Hay españoles que han optado por “perdonar" u “olvidar" a los asesinos de la dictadura que durante cuarenta años gobernó este país (perdone, creo que ahora el franquismo se llama “el paraíso liberal demócrata del General Franco donde nunca se asesinó a nadie", tal como afirman algunos “historiadores" de moda). Creo que los que han perdonado están en su derecho, pero pienso que yo también tengo derecho a no perdonar y a pedir justicia. A cambio de ello, solamente recibo insultos de presuntos “demócratas", y contiguamente tengo que oír frases como “eres un resentido"; “vives en el pasado"; “hay que olvidar y perdonar para que haya paz y reconciliación en España", etc.

Soy también uno de esos malvados rojos genocidas que van por ahí solicitando la retirada de nuestras calles de los símbolos del anterior régimen. No porque quiera borrar la historia, como usted dice, sino porque opino que poner a una calle el nombre de alguien supone un homenaje a su persona, y no me entra en la cabeza qué homenaje puede hacérsele a un asesino: ¿Se imagina en Berlín o Jerusalén una calle dedicada a Adolf Hitler?

Queremos retirar la simbología fascista de las calles, pero no para destruir nada. Opino que la historia debe de ser conservada, pero hay lugares específicos para ello, como los museos. Nosotros hemos propuesto la creación de un Museo de la Memoria donde se guarden todos esos símbolos que usted se horroriza que alguien pueda siquiera tocar. Francamente, señor Herrera, le tenía a usted por una gran persona, pero en su artículo usted ha demostrado sentir más compasión por los símbolos de una dictadura que por sus víctimas.

Claro que usted podrá decir: “los rojos también mataron a gente". Ni yo ni ninguno de mis compañeros “rojos-genocidas" negamos tal extremo. Frente a las tres mil personas liquidadas por Queipo en Huelva, la cifra de derechistas asesinados no llegó a cincuenta, pero no piense ni por asomo que quiero justificar ni me alegro de esas muertes, que no dejo de condenar. Lo que afirmo es que en mis investigaciones en Huelva he llegado a visitar pueblos donde no se asesinó a ningún derechista ni se quemó la iglesia, y ello no fue óbice para que los “ chicos “ de Queipo asesinaran a todos los izquierdistas (reales o inventados) de la localidad. En algunos casos, como en el pueblo de El Buitrón, se exterminó al menos al cuarenta por ciento de su población, y en la aldea de El Membrillo Bajo a la totalidad, es decir, al cien por cien de sus habitantes. Estos crímenes fueron denunciados en su día por personas tan poco sospechosas de “izquierdismo" como sacerdotes católicos, militares del bando nacional, políticos conservadores e incluso falangistas.

Usted también podrá decir que esos actos de violencia fueron reprobables, pero que se hicieron como respuesta a los “crímenes rojos". Permítame decirle que hubo pueblos que cayeron bajo control nacional el mismo 18 de julio, y donde a los malvados rojos no les dio tiempo de quemar la iglesia ni de montar checas, y aún así fueron asesinados igualmente. Según los datos objetivos que hemos podido recabar, la violencia contra las derechas no fue en ningún caso organizada ni institucionalizada, sino que fue realizada por turbas descontroladas, enfurecidas por las noticias de asesinatos llevados a cabo por los golpistas del 18 de julio en las zonas que ya ocupaban. Siempre, según digo, basándonos en los datos objetivos, podemos afirmar sin duda que Queipo de Llano era un Terrorista con mayúsculas.

Ya sé que en estos tiempos que vivimos al parecer está de moda considerarse “liberal" o “conservador" y que está muy mal visto ser de izquierdas, y por lo tanto, cualquier cosa que sea de izquierdas está considerada “mala" a priori, pero es que la historia es una ciencia y no debería depender de modas. Parece que la historiografía ha vuelto a dar un pendulazo y que, si hace algunos años miramos para otro lado cuando nos hablaban de los gulags, parece que hoy hacemos lo mismo cuando se denuncian los crímenes cometidos por los sistemas “liberales" o “conservadores". Quizá dentro de unos años nos horroricemos al pensar cómo intelectuales “liberales" como usted sin ir más lejos ignoran, justifican o incluso jalean alegremente los crímenes de algunos países presuntamente “democráticos" como los Estados Unidos o Israel (o no tan democráticos y aliados de éstos, como Arabia Saudí o Pakistán), como ahora nos horrorizamos, por ejemplo, de los crímenes de Mao, que eran negados por muchos “intelectuales progresistas" (curiosamente, muchos de ellos ahora en las filas de la derecha, como Pío Moa o Fedegico Jiménez Losantos).

Pues bien, señor Herrera. Imagínese que un día a los terroristas que atentaron contra usted quisieran ponerles una calle en Hernani. Imagínese también que cuando muera Josu Ternera fuera enterrado con todos los honores en la catedral de Vitoria, y que la canana de su cartuchera se pusiera en la cintura de una virgen. Sigamos más allá e imagínese que un buen día los terroristas salen en libertad, se los encontrara por la calle y (Dios no lo quiera) éstos se pusieran a darle lecciones de democracia y derechos humanos y le llamaran “asesino" o “genocida". Imagínese que usted protesta por ello y los “demócratas" le mandan callar llamándole “resentido", que “vive en el pasado" y que “hay que perdonar y olvidar para alcanzar la paz y la reconciliación en el País Vasco". Si ese momento llegara, le enseñaría una copia del artículo que usted escribió y lo llamaría “Livingstone de la memoria" o “explorador de lo intolerable" ¿Se sentiría dolido? Pues imagine lo que debí sentir yo.

Llegados a este punto, supongo que dirá usted “no, no es lo mismo, no se puede comparar". Pues claro que se puede comparar. Las víctimas de Queipo y las del terrorismo etarra se parecen, por encima de todo, en una cosa: todos eran seres humanos. Pensar que no son iguales las víctimas de ambos terrorismos supone reconocer la superioridad de unos hombres sobre otros; en una palabra, el racismo. Espero que usted no sea de aquellos que opinan que todos los asesinados por su admirado general Queipo “se lo merecían", que eran “rojos", “malos españoles" y “no católicos", por lo tanto “seres humanos de segunda categoría", y en cambio las víctimas de los etarras eran “verdaderos españoles" y “seres humanos de primera categoría", como hay quien piensa por ahí.

A quienes afirman esto, les diré que la represión de su admirado Queipo no se detuvo en los seres humanos de segunda, sino que también se cebó con liberales, conservadores y católicos (seres humanos de primera, en una palabra) que, por ideología o simple honradez se negaron a participar en el baño de sangre totalitario en el que nuestro buen general sumergió Andalucía. Si de verdad es usted tan buen católico, espero que reflexione sobre a quién pertenecía el fajín que lleva la Virgen de la Macarena, y si ésa es la imagen que queremos dar de una religión que predica la paz y el amor al prójimo. ¿Por qué no le ponemos a la Virgen la canana de Josu Ternera? Si no lo hacemos porque consideramos a ese individuo como un asesino, piense que Queipo asesinó en pocos años a muchas más personas inocentes que la banda terrorista ETA en sus cuatro décadas de existencia.

Para terminar, perdone que dé la razón a un malvado rojo-genocida-ser-humano-de segunda-categoría como Rafael Alberti, quien llamaba a la Virgen de la Macarena:

Camarada, compañera,

De obreros y campesinos

Nunca de los asesinos

Del pueblo que te venera.

Pues lo dicho. Viva la Virgen de la Macarena, pero la Macarena de los sevillanos, no la de Queipo de Llano. Ni tampoco la de Carlos Herrera.

Un saludo.

Foro por la Memoria de Andalucía

Anónimo dijo...

Carta a Carlos Herrera
Foro por la Memoria de Andalucía - 06/05/2006

Estimado Sr. Herrera:

Antes de empezar, permítame comunicarle todo mi respeto y admiración, y sepa que le considero uno de los mejores periodistas de España, tanto en su faceta radiofónica como en la prensa escrita. Le recuerdo de su etapa en Canal Sur Radio. Mi madre era una oyente asidua de su programa, y colaboró muchas veces en él. Recuerdo sobre todo su gran humanidad, y que siempre estaba del lado de los más desfavorecidos. Después creo que se fue a otra emisora y le perdí la pista. Lamenté mucho cuando fue usted víctima de un intento de atentado terrorista y, como tantos españoles, me movilicé como protesta. Considero que fui solidario con usted. Ahora espero que usted lo sea conmigo.

Sé que debe ser usted una persona ocupada y muy solicitada, pero le ruego que lea esta misiva. Nunca antes había escrito una carta a un periódico, pero hoy, por primera vez, me siento en la necesidad de hacerlo. Le escribo para puntualizar unas afirmaciones realizadas por usted en su artículo El fajín de la Macarena, publicado en El Semanal nº 963 (del 9 al 15 de abril de 2006). Me siento aludido, y creo que la réplica es un derecho democrático, tal como escribir artículos en la prensa.

Bien. Me considero una víctima del terrorismo, en el sentido de que tengo familiares asesinados por su admirado general Queipo de Llano. En la provincia de Huelva de donde procedo, es difícil encontrar a alguien que no tenga familiares directos o indirectos asesinados por las tropas de este buen general, cuyas víctimas se cuentan por miles (al menos tres mil (!), según las últimas estadísticas). Tengo grabadas en la memoria estas palabras que otro general, Emilio Mola, pronunció en julio de 1936: Hay que sembrar el terror. Hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensan como nosotros. Y vaya si lo hicieron.

Hay españoles que han optado por “perdonar" u “olvidar" a los asesinos de la dictadura que durante cuarenta años gobernó este país (perdone, creo que ahora el franquismo se llama “el paraíso liberal demócrata del General Franco donde nunca se asesinó a nadie", tal como afirman algunos “historiadores" de moda). Creo que los que han perdonado están en su derecho, pero pienso que yo también tengo derecho a no perdonar y a pedir justicia. A cambio de ello, solamente recibo insultos de presuntos “demócratas", y contiguamente tengo que oír frases como “eres un resentido"; “vives en el pasado"; “hay que olvidar y perdonar para que haya paz y reconciliación en España", etc.

Soy también uno de esos malvados rojos genocidas que van por ahí solicitando la retirada de nuestras calles de los símbolos del anterior régimen. No porque quiera borrar la historia, como usted dice, sino porque opino que poner a una calle el nombre de alguien supone un homenaje a su persona, y no me entra en la cabeza qué homenaje puede hacérsele a un asesino: ¿Se imagina en Berlín o Jerusalén una calle dedicada a Adolf Hitler?

Queremos retirar la simbología fascista de las calles, pero no para destruir nada. Opino que la historia debe de ser conservada, pero hay lugares específicos para ello, como los museos. Nosotros hemos propuesto la creación de un Museo de la Memoria donde se guarden todos esos símbolos que usted se horroriza que alguien pueda siquiera tocar. Francamente, señor Herrera, le tenía a usted por una gran persona, pero en su artículo usted ha demostrado sentir más compasión por los símbolos de una dictadura que por sus víctimas.

Claro que usted podrá decir: “los rojos también mataron a gente". Ni yo ni ninguno de mis compañeros “rojos-genocidas" negamos tal extremo. Frente a las tres mil personas liquidadas por Queipo en Huelva, la cifra de derechistas asesinados no llegó a cincuenta, pero no piense ni por asomo que quiero justificar ni me alegro de esas muertes, que no dejo de condenar. Lo que afirmo es que en mis investigaciones en Huelva he llegado a visitar pueblos donde no se asesinó a ningún derechista ni se quemó la iglesia, y ello no fue óbice para que los “ chicos “ de Queipo asesinaran a todos los izquierdistas (reales o inventados) de la localidad. En algunos casos, como en el pueblo de El Buitrón, se exterminó al menos al cuarenta por ciento de su población, y en la aldea de El Membrillo Bajo a la totalidad, es decir, al cien por cien de sus habitantes. Estos crímenes fueron denunciados en su día por personas tan poco sospechosas de “izquierdismo" como sacerdotes católicos, militares del bando nacional, políticos conservadores e incluso falangistas.

Usted también podrá decir que esos actos de violencia fueron reprobables, pero que se hicieron como respuesta a los “crímenes rojos". Permítame decirle que hubo pueblos que cayeron bajo control nacional el mismo 18 de julio, y donde a los malvados rojos no les dio tiempo de quemar la iglesia ni de montar checas, y aún así fueron asesinados igualmente. Según los datos objetivos que hemos podido recabar, la violencia contra las derechas no fue en ningún caso organizada ni institucionalizada, sino que fue realizada por turbas descontroladas, enfurecidas por las noticias de asesinatos llevados a cabo por los golpistas del 18 de julio en las zonas que ya ocupaban. Siempre, según digo, basándonos en los datos objetivos, podemos afirmar sin duda que Queipo de Llano era un Terrorista con mayúsculas.

Ya sé que en estos tiempos que vivimos al parecer está de moda considerarse “liberal" o “conservador" y que está muy mal visto ser de izquierdas, y por lo tanto, cualquier cosa que sea de izquierdas está considerada “mala" a priori, pero es que la historia es una ciencia y no debería depender de modas. Parece que la historiografía ha vuelto a dar un pendulazo y que, si hace algunos años miramos para otro lado cuando nos hablaban de los gulags, parece que hoy hacemos lo mismo cuando se denuncian los crímenes cometidos por los sistemas “liberales" o “conservadores". Quizá dentro de unos años nos horroricemos al pensar cómo intelectuales “liberales" como usted sin ir más lejos ignoran, justifican o incluso jalean alegremente los crímenes de algunos países presuntamente “democráticos" como los Estados Unidos o Israel (o no tan democráticos y aliados de éstos, como Arabia Saudí o Pakistán), como ahora nos horrorizamos, por ejemplo, de los crímenes de Mao, que eran negados por muchos “intelectuales progresistas" (curiosamente, muchos de ellos ahora en las filas de la derecha, como Pío Moa o Fedegico Jiménez Losantos).

Pues bien, señor Herrera. Imagínese que un día a los terroristas que atentaron contra usted quisieran ponerles una calle en Hernani. Imagínese también que cuando muera Josu Ternera fuera enterrado con todos los honores en la catedral de Vitoria, y que la canana de su cartuchera se pusiera en la cintura de una virgen. Sigamos más allá e imagínese que un buen día los terroristas salen en libertad, se los encontrara por la calle y (Dios no lo quiera) éstos se pusieran a darle lecciones de democracia y derechos humanos y le llamaran “asesino" o “genocida". Imagínese que usted protesta por ello y los “demócratas" le mandan callar llamándole “resentido", que “vive en el pasado" y que “hay que perdonar y olvidar para alcanzar la paz y la reconciliación en el País Vasco". Si ese momento llegara, le enseñaría una copia del artículo que usted escribió y lo llamaría “Livingstone de la memoria" o “explorador de lo intolerable" ¿Se sentiría dolido? Pues imagine lo que debí sentir yo.

Llegados a este punto, supongo que dirá usted “no, no es lo mismo, no se puede comparar". Pues claro que se puede comparar. Las víctimas de Queipo y las del terrorismo etarra se parecen, por encima de todo, en una cosa: todos eran seres humanos. Pensar que no son iguales las víctimas de ambos terrorismos supone reconocer la superioridad de unos hombres sobre otros; en una palabra, el racismo. Espero que usted no sea de aquellos que opinan que todos los asesinados por su admirado general Queipo “se lo merecían", que eran “rojos", “malos españoles" y “no católicos", por lo tanto “seres humanos de segunda categoría", y en cambio las víctimas de los etarras eran “verdaderos españoles" y “seres humanos de primera categoría", como hay quien piensa por ahí.

A quienes afirman esto, les diré que la represión de su admirado Queipo no se detuvo en los seres humanos de segunda, sino que también se cebó con liberales, conservadores y católicos (seres humanos de primera, en una palabra) que, por ideología o simple honradez se negaron a participar en el baño de sangre totalitario en el que nuestro buen general sumergió Andalucía. Si de verdad es usted tan buen católico, espero que reflexione sobre a quién pertenecía el fajín que lleva la Virgen de la Macarena, y si ésa es la imagen que queremos dar de una religión que predica la paz y el amor al prójimo. ¿Por qué no le ponemos a la Virgen la canana de Josu Ternera? Si no lo hacemos porque consideramos a ese individuo como un asesino, piense que Queipo asesinó en pocos años a muchas más personas inocentes que la banda terrorista ETA en sus cuatro décadas de existencia.

Para terminar, perdone que dé la razón a un malvado rojo-genocida-ser-humano-de segunda-categoría como Rafael Alberti, quien llamaba a la Virgen de la Macarena:

Camarada, compañera,

De obreros y campesinos

Nunca de los asesinos

Del pueblo que te venera.

Pues lo dicho. Viva la Virgen de la Macarena, pero la Macarena de los sevillanos, no la de Queipo de Llano. Ni tampoco la de Carlos Herrera.

Un saludo.

Foro por la Memoria de Andalucía