17 abril 2006

Protocolo Martinez

Mi buen amigo Ramón Buenaventura hace años tenía un amigo llamado Martínez. Con Martínez se encontraba una vez al mes, almorzaban, se confesaban e incluso conspiraban, lo que une mucho. O al menos eso creía Ramón. «Pero siempre soy yo el que te llama –le reprochó un día medio en broma–; si no fuera por mí, seguro que ni nos veríamos.» Como intentando confirmar su tesis, decidió no llamar a Martínez y esperar. Esperó una semana y luego un mes y luego dos y hasta un año esperó, y en todo ese tiempo Martínez no volvió a dar señales de vida. Por fin un día topó en un bar con su amigo, que, con sentidas palabras, le recriminó que ya no se vieran y que por su desconsiderada actitud pusiera en peligro una amistad de tantos años. De nada sirvió que Ramón explicase a Martínez que era tan culpable como él del distanciamiento, o incluso más, puesto que nunca tomaba la iniciativa. Aun así, Ramón lo llamó un par de días más tarde para verse, y su amigo, que estaba ocupado, prometió telefonearlo, después, pero ya pasaron seis meses sin rastro de Martínez.
Esta actitud, que tal vez les resulte familiar, viene al caso para ilustrar un curioso estudio realizado por médicos y sociólogos estadounidenses que señala que el mundo está democráticamente dividido entre «donantes y receptores».
Por lo visto, es muy importante saber a qué bando pertenece uno porque, para que las relaciones humanas funcionen bien, un donante debe siempre encontrar un receptor, y viceversa.
Hay quien piensa que el mundo está lleno de receptores y escasea en dadores, pero no es cierto, todo el mundo es dador o receptor respecto de alguien. Y si no sabe cómo averiguar quién es quién, le propongo el sistema de mi amigo Ramón. Descubrirá entonces –no quién es su amigo y quién no–, sino quién es dador o receptor respecto de usted: en eso consiste el Protocolo Martínez (y funciona, se lo aseguro).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Anna! Ya me conozco el protocolo martínez. Al principio lo pasas mal con aquellos amigos, que si tú no los llamas, nunca más se supo. Después decides llamarlos y, efectivamente, te recriminan que nunca más los llamaste (hay que joderse!, con perdón). Pero lo mejor es saltarse el protocolo y llamar y/o quedar con quien te apetezca cuando te apetezca, y si el otro no responde, será que no le apetece... en fin que no hay pelea si dos no quieren y amor y amistad tampoco. Eres la Anna Lillo que salió este domingo en el especial belleza de El País, o es pura coincidencia?

Anónimo dijo...

Pues fijate, que aunque me fastidie, es pura coincidencia, mecachis!!!!
Y que decia en el especial belleza??? que las annas lillos son las mas guapas del mundo ... espero ....
Ah, y lo del protocolo ya hace tiempo que lo supere, y ya no llamo a nadie que no llame de vez en cuando.

Anónimo dijo...

yo soy dador y es de dificil!!!!!

Anónimo dijo...

Hola Anna, a mi me salva que el blog nos mantiene al día, pero la verdad es que mucho contacto mucho mucho no tenemos, pero bueno, ahora que ya estás asentadita, nos veremos más imagino.

Yo he sido dador durante años, tengo una amiga cuya respuesta cada vez que la llamaba era "Anda, si en este momento te iba a llamar yo a tí..." joder y que nunca se me adelantó.... ahora llamo una, llamo dos y llamo hasta tres, pero también me gusta que me llamen y que doren la píldora